En la obra «Las nubes» de Aristófanes, en el 423 antes de Cristo, el dramaturgo mostró su animadversión hacia Sócrates. En esta comedia, un personaje rústico, un labriego poco instruido, queda sorprendido al conocer la existencia de los versos dáctilos que explica el poeta. El labriego piensa que al hablar de dáctilo Sócrates se refería a dedo, así que levanta el dedo corazón y pregunta: «¿éste tal vez?». El gesto se extendió rápido como sinónimo de zafiedad. (leer más en lne.es)
Este cartel publicitario, visto en el metro de Madrid, juega con un gesto popular como reclamo para captar la atención de los posibles clientes, a la par que identifica de forma clara su último fin, conseguir las reservas de oro que pueden resultar más difíciles de vender, aquellas que tienen valor sentimental. ¿O ya no lo tienen?
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