Dos por una es dos, dos por dos son cuatro, dos por tres son seis….La cancioncilla suena de fondo cada vez que recuerdo la tabla de multiplicar. Curiosamente siempre empiezo por la del dos (seguramente por ser la primera que memoricé ) . De forma similar, gran parte de la ortografía me la enseñaron con canciones o recetas como: “Ahí hay un hombre que dice ¡ay!” o “El aya hallaba bayas debajo del haya”.
Hay determinadas palabras que crean confusión, en especial las homófonas (igual sonido), y que conducen a errores sistémicos en los escritos. Análogamente hay operaciones matemáticas como un simple producto que se convierten en un errar constante.
La falta puede no serlo en la variedad lingüística; se crea una paradoja global en ese errar ya que”yerro” en España y “erro” el Latinoamérica, pero el error no es tal.
La falta puede provenir de vicios de uso local o carencia de lectura durante el aprendizaje temprano pero, como la tabla de multiplicar, a veces se nos encasquilla una b por una v y ¡qué vergüenza sentimos!.
Yo personalmente me como los acentos. Tras años escribiendo fundamentalmente código de programación, he perdido todos. Más bien me los he ido arrancando uno a uno para no contaminar el código. No sé ni “cómo me los como”, pero ahora el “back space” tiembla ante cada vocal que presiono en el teclado; de las líneas completas ya se encarga el “arasında”.
¿Es bueno aprender la tabla?
¿Es bueno corregir la ortografía?
Y lo que es más importante:
¿Por qué no hay teclas con las vocales acentuadas?