Otra obra de María Jesús Casati, que nos presenta una bella composición en forma de bodegón, en el que se contrasta la frialdad de la cerámica con la jugosidad de la fruta. Imágenes que permanecen en la memoria externos a la evolución de las urbes, en las que se pierde la esencia de lo costumbrista.
Una aportación estética acompañada de esa visión retrospectiva en la que nos atrapa una paleta basada en la luz que aporta el amarillo pero que se refugia en las sombras propias de los elementos que la pueblan.
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