La industria de los videojuegos nos ofrece periódicamente un salto cualitativo en la potencia gráfica de sus productos. La guerra comercial entre las tres principales consolas desarrolladas por Nintendo, Microsoft y Sony nos beneficia a los usuarios que contemplamos, casi de forma rutinaria ya, los lanzamientos de sus productos estrella cada pocos años.
La calidad gráfica de estos dispositivos se ve reforzada por el desarrollo del correspondiente software que explota sus capacidades técnicas hasta conseguir productos que, cada vez más, nos sumergen en mundos de fantasía que cubren los diferentes géneros establecidos.
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