PIZiadas gráficas

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Mi mundo es la imagen.

Paradojas del Diseño

joju

Esta tarde mi hijo me ha hecho un razonamiento y le he pedido que me lo escribiese.

Todo ha empezado cuando me ha preguntado

¿Crees que es más fácil diseñar un avión supersónico que un termo?.

Os dejo su disertación.

Hugo

Esta mañana, disfrutando de una dinámica y apasionante clase de termodinámica- para quien no haya captado la ironía advertiré que era insufrible-, me he puesto a divagar acerca de las maravillas de la técnica con el resultado que a continuación detallo.

Cuando uno diseña un avión ha de tener en cuenta gran cantidad de factores tales como la velocidad, las fuerzas (viscosas y de presión) que sobre él inciden, la transmisión de temperatura entre avión y exterior… en fin que, al igual que mi clase, el cálculo de todo esto resulta dinámico y apasionante. Sin embargo, ocurre que a grandes velocidades, las fuerzas viscosas, que son de considerablemente mayor dificultad de formulación, se pueden despreciar, y también la transmisión de temperaturas, esto es el calor, entre el avión y su entorno.

Pongámonos ahora en el caso de un termo de café. El termo no va a grandes velocidades, por lo que las fuerzas viscosas que sobre él inciden no se pueden despreciar. Aunque generalmente se considere que el termo es aislante, no podemos omitir el hecho de que el café de su interior se acaba enfriando si lo dejamos reposar, es por ello que las transmisiones de calor del termo con el exterior no son despreciables.

Ya comenzamos a advertir que un termo es más complicado de lo que generalmente pensamos y que, a la hora de fabricar un avión, no todo se mide hasta el milímetro.

Pues bien, démosle una vuelta de rosca más a nuestra comparación. El avión, mientras vuela, está cerrado a cal y canto, de modo que los pasajeros no puedan entrar ni salir, pero el termo sufre el uso que tomar café requiere. Lo abrimos una y otra vez hasta que esa maravillosa bebida que evita que nos arrastremos por las mañanas, a algunos ni siquiera el café les evita el disfrute del gusano, se ha acabado. Nos encontramos con que nuestro avión (supersónico, no lo olvidemos) es un sistema cerrado bastante simplote, mientras que el termo de café ha adquirido una nueva y compleja dimensión.

He aquí la razón por la que diseñar un termo para café es mucho más complicado que hacer lo propio con un avión. Y si no se lo creen díganme quién gana más ¿un ingeniero ó un diseñador sueco de termos fashion?